La cúrcuma, conocida como el oro de la cocina, se ha venido utilizando desde tiempos ancestrales para mejorar el estado de salud. Su pigmento activo, la curcumina, es el responsable de muchos de sus efectos beneficiosos, especialmente en la inflamación. La curcumina es conocida por su habilidad para actuar a nivel celular, aminorando los procesos inflamatorios.
Al incluir cúrcuma en la dieta, no solo se ayuda al funcionamiento interno del organismo, sino que también se promueve una mejora en la circulación. La curcumina apoya el flujo incansable de la sangre al promover el ensanchamiento de los vasos. Esto trae consigo un bienestar general que es ampliamente reconocido.
Por otro lado, acompañar la cúrcuma con una pequeña cantidad de pimienta negra puede aumentar su biodisponibilidad, lo que maximiza su impacto positivo en el sistema.
El jengibre ha sido un componente clave en la medicina tradicional de muchas culturas asiáticas. Su sabor picante no solo añade un toque especial a las comidas, sino que también brinda numerosas ventajas para la salud, especialmente en términos de inflamación y circulación.
Los gingeroles, presentes en el jengibre, son conocidos por su capacidad para aliviar molestias inflamatorias, lo que lo convierte en un aliado valioso en la búsqueda de equilibrio y bienestar. Al estimular la circulación, el jengibre mejora el transporte de oxígeno y nutrientes a través de nuestro sistema.
Además, el jengibre puede ser consumido de múltiples formas: en té, en jugos, y como condimento, haciéndolo fácilmente incorporable a la dieta diaria.